viernes, 9 de julio de 2010

Aparición del eterno femenino contada por S.M. el Rey (Álvaro Pombo)

He tenido que hacer un viaje y he podido dejar de lado a Amado Nervo y sacar tiempo para acabar esta breve novela de Álvaro Pombo. Y ha merecido la pena. Es uno de los libros que más he disfrutado últimamente, tanto por su originalidad técnica  como por el mundo tan humano  que retrata. Esta vez la contraportada no engaña. Realmente es un libro "comovedor y divertidísimo", con el hallazgo de esa voz narrativa inolvidable que es Ceporro, o como él mismo se llama  "S.M. el Rey", por ser el dueño de la palabra y el narrador de la historia.

En la novela existe esa sola voz narrativa, que relata una entretenida serie de anécdotas ubicadas en la posguerra española y protagonizadas por dos niños (el Ceporro y el Chino) y una niña alemana (Elke) adoptada por unos familiares. Hay de todo, y todo positivo: momentos de humor desternillante, emoción tierna pero nada cursi, ironía sin acritud y dolor sin amargura. Pero quizá más que la propia historia, lo más logrado sea el manejo del lenguaje y el narrador. Ceporro narra como habla y narra cuando habla. Pombo ha sabido recrear una oralidad casi perfecta y un discurso en el que va diseminando  interesantes filosofías sobre el poder encantador de la palabra. No hacen falta ni se echan de menos diálogos, descripciones, narradores omniscientes ni recursos de otro tipo. La voz del Ceporro es suficiente y autosuficiente, y los leitmotivs de la historia (los vencejos que marcan el paso del tiempo con sus idas y venidas, las relaciones amorosas o casi-amorosas de Rodolfo y Belinda, y del el triángulo o cuadrángulo de Ceporro-Chino-Elke y Covadonga) sostienen la unidad estructural de fondo sin permitir que nada quede suelto o incompleto. Uno sólo echa de menos que no haya segundas partes. Un libro ideal para explicar a los alumnos lo que es la oralidad en literatura. Quizá les cueste leerlo a aquéllos que estén acostumbrados a narraciones tradicionales, en tercera persona, con narrador omnisciente, etc. Pero el esfuerzo merece la pena.


   Un solo
caveat: de Pombo sólo he leído este libro y el cuento "Tio Eduardo", recogido en la antología de Fernando Valls comentada ya en este blog. Si es posible comparar  peras con manzanas, el cuento me pareció bueno pero inferior a la Aparición... Y me temo que quizá esté pasando lo mismo con sus otras novelas. Es el bendito riesgo de escribir una historia tan lograda como ésta. No en vano el mismo Pombo afirmaba que la "Aparición del eterno femenino contada por S.M. el Rey es mi mejor novela."  (Álvaro Pombo: Aparición del eterno femenino contada por S.M. el Rey. Barcelona: Anagrama, 1993, 191 pp.).








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