jueves, 20 de octubre de 2011

Otro libro (mío) y un microrrelato especial

Para hoy tenía programada la reseña de La estrategia del agua, de Lorenzo Silva, pero hete aquí que me acaban de llegar los ejemplares de autor de mi nuevo libro y no tengo más remedio que dedicarle esta entrada. De él ya he hablado un poco en otras ocasiones, así que aquí  no voy a aburriros más contándoos sus excelencias. Sólo me interesa recordar que esta antología incluye varios relatos que no han sido recogidos en recopilaciones similares y que en su conjunto son una muestra útil y entretenida de los primeros pasos de la literatura fantástica escrita en castellano.  En ella encontraréis nigromantes,  estatuas animadas, bilocaciones,  muertes inexplicables, almas que transmigran, encuentros con el diablo,  curanderos más sabios que los médicos…

    La colección se acompaña de una introducción  que explica algunas notas acerca de la literatura fantástica y de la revolución artística y mental que supuso el romanticismo, una revolución de la que seguimos y seguiremos alimentándonos por mucho tiempo.
      El libro es de lectura obligatoria para 1) todo aficionado a la literatura fantástica, 2) todo lector que quiera saber algo más acerca de la revolución romántica, y 3) todo lector de este blog :-) Y una lectura casi necesaria para el resto del mundo.
Al final reproduzco el índice de la antología,  y a continuación la narración titulada “Espiritismo”, de Juana Manuela Gorriti, por tratarse del microrrelato más antiguo escrito en castellano que conozco hasta ahora (Por ejemplo, no lo recogen antologías de referencia del género, como son La mano de la hormiga y La otra mirada). Mi libro lo han reseñado aquí y puede comprarse aquí.

Juana Manuela Gorriti: “Espiritismo” (1878)
Una pobre costurerita de la calle de Santa-Fe, salió una noche de su casa, entre once y doce para esperezar el cuerpo y un poco de aire puro a sus pulmones rendidos por el trabajo.
     La calle estaba desierta y la muchacha iba a retirarse, cuando vio pasar delante de ella un joven, casi un niño, que deteniéndose a pocos pasos, púsose a tocar una flauta dulcísima que cautivó su oído, fijándola inmóvil con un pie en el umbral de la puerta, y el otro en la vereda.
    El joven se alejó hacia afuera, tañendo siempre el melodioso instrumento; y la muchacha quedóse escuchándolo, en un extraño arrobamiento.
     De repente creyó ver que las casas se movían y caminaban, dirigiéndose al interior; y tras de ellas, la campiña que cual una marea, invadió la ciudad.
Y escuchaba siempre la flauta de dulce voz que tañía alejándose...
   ...Los rayos de sol cayendo perpendiculares sobre su cabeza, despertaron a la joven costurera, que se encontró vagando en un campo desierto, roto el calzado y los vestidos mojados con el rocío de la noche.
     Unos pastores vascos que acertaron a pasar por allí, dijéronla que se hallaba una legua mas allá de Saavedra
    Eran las doce del día.  ¿Qué había sido de ella en ese espacio de doce horas, del que no tenía conciencia alguna?
       ¡Misterio!
  
Índice: 
Anónimo: La visita al Nigromante.
Gertrudis Gómez de Avellaneda: La ondina del lago azul: Recuerdo de mi última excursión por  los Pirineos.
Juana Manuela Gorriti: Coincidencias, Espiritismo.
Juan Vicente Camacho: La estatua de bronce.
José María Roa Bárcena: El hombre del caballo rucio,  Lanchitas.
Lucio V. Mansilla: Alucinación.
Juan Montalvo: Gaspar Blondín, Las ruinas.
Vicente Riva Palacio: El matrimonio desigual.
Ignacio M. Altamirano: Las tres flores.
Eduardo Blanco: El número 111: Aventura de una noche de ópera.
Temístocles Avella Mendoza: El valle del diablo o la conseja de Diego Almonte.
Enrique del Solar: Don Lorenzo de Moraga, el emplazado.
Eduardo Wilde: Alma callejera.
Julio Lucas Jaimes: Donde se prueba cómo el diablo es un eximio arquitecto.
Carlos Martínez Silva: El baile de las sombras.
Justo Sierra: La fiebre amarilla, La sirena.
Miguel Cané: El canto de la sirena.
Eduardo Ladislao Holmberg: El ruiseñor y el artista, Nunca se supo.
Clorinda Matto de Turner: Tambo de Montero.
Francisco Tosta García: La esquina del muerto.
José María Barrios de los Ríos: El buque negro.
Javier de Viana: La vencedura.

José María Martínez (ed.): Cuentos fantásticos del romanticismo hispanoamericano. Madrid: Cátedra, 2011, 347 pp.

lunes, 10 de octubre de 2011

Feminismos, mujeres y escritoras

En los ambientes culturales, profesionales y políticos siempre me ha llamado la atención la dinámica del feminismo, que  me parece interesante pero también limitada o contradictoria, por varias razones:

1) Aunque se hable del feminismo como un único pensamiento, la verdad es que hay varias escuelas y corrientes, a menudo opuestas y hasta contradictorias entre sí. Un ejemplo sería la diferente visión que tienen de esta cuestión el llamado feminismo de la igualdad y el llamado feminismo de la diferencia. Otro, el monopolio ejercido por el feminismo euro o anglocéntrico, que se apropia de las voces y valores de las mujeres de los otros continentes y culturas en actitud neocolonial. Un ejemplo de ese otro feminismo, el de la nigeriana Catherine Acholonu 2) Ambos feminismos, y especialmente el de la igualdad, parecen cerrados a líneas intermedias o no-revanchistas, como puede ser el feminismo de la analogía o el feminismo de la complementariedad. 3) El feminismo más radical tiende a no considerar feministas a las mujeres que no coincidan con sus ideas. Un ejemplo lo tenemos en Elizabeth Fox Genovese, la ya difunta y prestigiosa profesora de historia de la Universidad de Emory que se alejó de esa línea y escribió un libro imprescindible en este campo que suele evitarse en muchas bibliografías al respecto (Feminism Is Not the Story of My Life). 4) En la crítica literaria el feminismo ha producido una verdadera y provechosa revolución, y una justa reivindicación del papel de escritoras y lectoras en la historia literaria. Pero al mismo tiempo ha dado lugar a un grave reduccionismo que lleva a valorar la literatura al margen de sus cualidades técnicas y a asumir que sus méritos dependen más del sexo de los autores/as o de sus intenciones ideológicas que de las habilidades de estos/as para alcanzar las metas son propias de la dinámica interna de la literatura y la ficción 5) Finalmente, este maniqueísmo se extiende también a la vida social y política, que suele presenta a las mujeres siempre como víctimas y al hombre siempre como verdugo. 
       Quienes seguís este blog ya os habréis dado cuenta que los reduccionismos me convencen muy poco, así que a propósito de esto se me ha ocurrido elaborar un listado de grupos de mujeres y escritoras donde he incluido ejemplos que creo que complican esa simplificación  (Por supuesto, tengo una lista paralela para los hombres, pero éste no es el lugar para ella):
      1) Escritoras y mujeres que podrían ponerse como modelos en sus campos o cuyas novelas me han convencido: Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Marie Curie, Teresa de Calcuta, Aung San Suu Kyi. 2) Escritoras que hasta ahora me han convencido pero que seguiré leyendo para tener una visión más completa de su obra: Luisa Castro, Adelaida García Morales, Belén Gopegui, María Dueñas, Rosa Regàs, Soledad Puértolas. 3)  Escritoras en las que reconozco algunos méritos pero que por ahora están bastante más lejos de convencerme, por una razón o por otra: Carmen Posadas, Almudena Grandes, Matilde Asensi, Lourdes Ortiz, Espido Freire, Ana María Moix. 4) Mujeres que en absoluto encajan con el estereotipo de mujer-siempre-víctima que defiende el feminismo más ciego: Marine Le Pen (la presidenta del Front National francés), Valerie Jean Solanas (la asesina frustrada de Andy Warhol y la autora del Manifiesto de la Organización para el Exterminio del Hombre), Leni Riefenstahl (la directora de cine propagandístico de Adolf Hitler), Rebekah Brooks (la directora ejecutiva de News of the World, el tabloide del imperio Murdoch, culpable de varios pinchazos telefónicos ilegales y vergonzosos) y, por supuesto, las madrastras de Blancanieves y Cenicienta.
      A continuación, algunas fotos de las mujeres y escritoras citadas en la entrada.


Marie y Pierre Curie


Elizabeth Fox Genovese
Soledad Puértolas

Rebekah Brooks
Leni Riefenstahl y Adolf Hitler

domingo, 2 de octubre de 2011

El animal piadoso (Luis Mateo Díez)

Hasta donde conozco El animal piadoso es la primera incursión de Mateo Díez en el subgénero de la novela policiaca.  Y a mi juicio sale victorioso sobre todo por haber conseguido una novela que, respetando las exigencias del género, es a la vez muy personal y de un cuidado estilístico ejemplar.
     Lo que queda claro desde el principio es que estamos de nuevo ante un escritor con un estilo muy propio y con un dominio del lenguaje y sus recursos literarios que debe ponerse a la cabeza de lo que hoy se escribe en España.  Puede que su estilo no complazca a  los lectores que vayan buscando rapidez y velocidad en la narración, pero, como ya se sabe, Mateo Diez es ante todo y magistralmente un escritor y “descritor” de atmósferas y ambientes, y para eso nos ofrece un lenguaje lleno de imágenes y comparaciones felices y siempre nuevas, resultando en una muestra de lo que puede hacerse con ese material y lo que parece que se les niega a otros. No es una lectura fácil (tampoco muy difícil) pero es una lectura enriquecedora y necesaria para compensar los malos ratos que nos hacen pasar otros y otras que se acompañan de mucho más ruido mediático. 

       Como digo, el argumento es de tipo policiaco y se ambienta en el mundo de Celama que Mateo Diez ha ido creando y enriqueciendo en otras narraciones previas. De hecho esta conexión con Celama será una de las diferencias principales entre los  lectores de la novela. A quienes la conozcan ya, se les hará fácil habitar los lugares y la mitología propia de Mateo Díez y seguirán disfrutando de la capacidad del narrador para ensanchar ese mundo. Quienes se inicien con Celama a través de este libro, se encontrarán en terreno ajeno al comienzo pero no creo que les cueste mucho adentrarse en él, contagiados por la familiaridad y facilidad con que se mueve por él el autor. Quizá por eso me parece que los personajes de El animal piadoso están más vivos que en El expediente del náufrago, pues en El expediente el lugar de la anécdota no llegaba del todo a abandondar del todo el terreno de lo brumoso, y los nombres de los personajes aparecían anclados en la verosimilitud  mucho menos que en esta novela.
     La anécdota principal (el retirado comisario de policía Samuel Mol que por coincidencia acaba recuperando un viejo caso irresuelto) sirve al narrador para orientar las principales inquisiciones de la novela acerca de ese pasado que regresa al presente a pesar nuestro y de forma incontenible, y se cuela a través de los sucesos de la vida diaria, de esos personajes que siguen conviviendo con nosotros, del remordimiento y  de la culpa,  y de los errores, los pecados y la posible necesidad del perdón… Quizá es aquí donde yo le pondría más pegas a El animal... Como ocurría en El expediente, aunque ahora se da en un tono más mitigado, el pesimismo sigue siendo la actitud dominante. Tampoco aquí  se ve prácticamente ningún personaje feliz, lo que quizá se justifique por la exigencia del género; la esperanza que asoma por los labios de Samuel y alguno de sus interlocutores al final da la impresión de estar llamando a una puerta que nunca acaba de abrirse.
     Samuel y Elicio, el  principal sospechoso, aparecen bastante bien individualizados, y en general también todos los protagonistas de la anécdota, que por alojarse en Celama y en una atmósfera concreta no se convierten en estereotipos ni personajes de cartón piedra. Y conseguir esto en un género tan manido como el policiaco no deja de tener su mérito.  Como consecuencia lógica, el desarrollo del argumento es más lento –también más profundo– que en las policiacas más comerciales. Tampoco coincide con estas en su presentación de un  amplio número de posibles sospechosos, o también de muchas pistas que despistan, o de las muchas posibilidades hipotéticas que habrían explicado la mecánica del asesinato. Por contraste, hay otros momentos o personajes, como el encuentro de Samuel con su hija y su conversación con ella que son de antología. En cualquier caso, a pesar de esa lentitud argumental y de algunos momentos o planteamientos cuya verosimilitud o pertinencia podría cuestionarse (el itinerario del asesino la noche de autos, el episodio del maletín), en su conjunto la anécdota está bien encadenada y además de no dejar cabos sueltos, esa densidad hace que al final El animal piadoso resulte mucho más gratificante y meritoria que los relatos más tópicos del género.
     A pesar  quizá de algún descuido en los detalles de logística de ejecución, todo esto convierte a El animal piadoso en una novela renovadora del género, y a su autor en un escritor que muestra que puede navegar con soltura y profundidad por más de un modelo narrativo. Lo cual, y con otras excepciones notables como Jiménez Lozano y su Agua de noria, sigue sin ser tan frecuente como debería. Así los lectores ideales de la novela serían, aparte de los fans de Mateo Díez y de la buena literatura, aquellos aficionados al género policiaco a quienes les interese alejarse de los modelos más facilones y tópicos de la misma y estén interesados en explorar los matices y posibilidades que la misma puede producir en manos de narradores que prefieren la riqueza del arte a los ruidos de la popularidad (Luis Mateo Díez: El animal piadoso. Barcelona: Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2009, 349 pp.).
    EnlacesEl expediente del náufrago (Luis Mateo Dìez)Agua de noria (José Jiménez Lozano) 




Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...