domingo, 29 de abril de 2012

Cómo conseguir que ‘El club Dumas’ parezca una buena novela: ‘El juego del ángel’, de Carlos Ruiz Zafón

Al leer El juego del ángel no he podido dejar de ver muchas semejanzas con El club Dumas. Y hasta me han parecido tantas que por momentos he pensado que la novela de Ruiz Zafón ha podido ser una copia, un tributo, una imitación o casi casi un plagio de la de Pérez Reverte. En ambos tenemos un protagonista que vive de y para los libros, una chica  muy espabilada ella que actúa como soporte y principal ayudante de ese protagonista un poco inválido y un poco perdido en todo lo que está pasando, y también ese componente maléfico-diabólico que comparten los malos (o los que parecen malos) en las dos narraciones.  Como se ve todo ello muy típico de la novela de folletín y por lo mismo demasiado repetitivo y estereotipado, como todo buen-mal bestseller

       Y puestos a comparar, creo que
El sello del ángel sale perdiendo, sobre todo en el aspecto estilístico o de manejo del lenguaje. En Pérez Reverte se ve por lo menos un deseo de conseguir un estilo personal  y frases nuevas que huyan de los clichés. En mi reseña de El club Dumas ya dije que ese deseo se queda muchas veces a medio camino. Aquí, sin embargo, ese deseo quizá esté presente en las intenciones de Ruiz Zafón, pero se nota mucho menos y los logros son también mucho menores. Tampoco es un lenguaje pobre o mediocre, pero sí bastante inferior a lo que debe esperarse de un escritor de cierta altura.  Algo parecido ocurre con los diálogos; no noto en ellos ningún intento de adaptar el lenguaje a cada personaje, y por el contrario sí una cierta monotonía en su construcción que acaba aburriendo al lector más paciente. En todos esos diálogos parece como si cada personaje quisiera mostrar que es más listo, inteligente, escéptico, irónico, cínico y posmoderno que su interlocutor. Así cada conversación es un crescendo hacia un clímax final en que uno de los protagonistas sale vencedor y otro vencido. Obviamente, un buen escritor debe mostrar que sabe construir otro tipo de conversaciones, y más en una novela de casi setecientas páginas.

    El argumento engancha un poco a veces y está expuesto de forma completamente lineal y fácil de seguir, pero en general tiene bastantes lagunas. Las primeras trescientas o cuatrocientas páginas, aunque pensadas para preparar la trama, parecen más bien un ir y venir de personajes y escenarios sin rumbo fijo. Más adelante la acción se va acelerando y algunas de esas piezas sueltas empiezan a encajar; también se dan algunos momentos de intriga y giros acertados o sorpresivos, pero el final es más bien una serie de escenas delirantes con componentes de novela gótica que no acaban de encajar bien en la trama policiaca, llena también de tópicos y lugares comunes. Lo mismo ocurre con la conclusión, que quiere ser un final feliz, pero que no pasa de ser una inverosimilitud cargada del intenso melodramatismo tópico del folletín. Y lo mismo en cuanto a los personajes, el patrón vuelve a recordar demasiado al malo-malo de El club Dumas; Cristina, la heroína, es perfectamente intercambiable con cualquier otra joven buena y bellísima, y así sucesivamente…, con la excepción quizá del viejo Sempere, el único personaje que no merecía morir literariamente y que podría haber dado mucho más juego en novelas posteriores. 

   Lo más grave es quizá el anacronismo histórico-psicológico, es decir, es ubicar en la Barcelona de los años veinte a unos personajes cuya cosmovisión es más bien la actual nuestra, sobre todo en el caso del escritor-protagonista, y unas ambientaciones góticas que también me parecen fuera de lugar. Pero, bueno, ya se sabe, en el folletín todo está permitido y no hay que pedirle más de lo que pueda dar.  El problema más serio es que novelas como esta hacen que otras como
El club Dumas parezcan obras de verdadera entidad literaria.

    Para  acabar y compensar mi crítica negativa recojo una de las pocas frases que merecen recordarse. Aunque suena un poco postiza y acartonada no creo que deje de ser cierta: “El tiempo lo cura todo, pensé, menos la verdad”. El tiempo, también, nos dirá si estas novelas perviven o acaban como lo hicieron la mayoría de las estrambóticas  novelas folletinescas del XIX. (Carlos Ruiz Zafón:
El juego del ángel. Nueva York: Vintage: 2008, 667 pp.).


domingo, 22 de abril de 2012

Carlos Ruiz Zafón y su 'extraordinario control sobre el lenguaje' ('El juego del ángel')

Esta nueva sección del blog me la ha inspirado el título de uno de los tratados más conocidos de Gerard Genette, el crítico francés. Se trata de Paratextos, (Seuils), y en él estudia de forma sistemática y exhaustiva las diferentes finalidades literarias y extraliterarias que cumplen esos elementos que acompañan al texto principal de un libro, como pueden ser el título, las ilustraciones, el diseño de la portada, las dedicatorias, etc. Todos ellos comportan una cantidad de información suplementaria pero no necesariamente marginal para lo que suele ser la vida real del libro. Además es donde mejor suelen hacerse visibles las estrategias comerciales y publicitarias del mismo, y por eso pueden dar mucho que hablar en un blog como este, que quiere reivindicar un poco más la importancia de lo propiamente literario.  La sección llevará el título genérico de 'Contraportadas' e incluirá también las 'cantadas' de algunas novelas, al estilo de lo que le pasó a Cervantes con el asno de Sancho Panza o a Pérez Reverte con el espejo en el episodio final de El club Dumas. Comienzo precisamente comentando la contraportada de El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón, en la edición de Vintage (EE.UU., mayo, 2008), que no es la original (Barcelona: Planeta, marzo, 2008).
 
    Esta mi primera lectura de CRZ y mis impresiones no son muy positivas que digamos, a pesar de lo que afirme triunfalmente la contraportada: 
 "Zafón (muestra una) minuciosa trama y un extraordinario control sobre el lenguaje". En lo que se refiere a su habilidad estilística, para nada me está recordando esta novela a los logros de Borges, de Luis Landero en Juegos de la edad tardía, o Rubén Darío, por nombrar varios ejemplos (tampoco lo esperaba, la verdad). Es cierto que la contraportada es un poco confusa, pues está dividida en dos columnas de elogios, y la primera de ellas se refiere claramente a La sombra del viento, pero la segunda no se sabe muy bien si es una continuación de la primera o ya se refiere a El juego del ángel. En cualquier caso da el pego y parece que está hablando de esta segunda novela. Y es que estos editores son  muy pillos. O quizá la explicación -más seria- venga porque esos editores no pudieron conseguir mejores elogios para la novela en esos primeros dos meses de circulación, o porque la cita procede de una revista en inglés, Entertainment Weekly, y su redactor ha repetido la nota que le han mandado desde la editorial o tiene un conocimiento de la literatura española bastante mejorable.          
      
    Hasta ahora el control lingüístico de CRZ no me parece mucho más alto que el que veo en algunos blogs escritos a velocidad periodística, como puede ser este mismo. No en vano, el protagonista de El juego del ángel es un escritor que empieza sus andaduras en la redacción de un periódico, escribiendo notas y novelas por encargo. Y como la novela está escrita en primera persona, no es fácil convertir a ese personaje en un alter-ego del autor. Vamos, que al final y en un triple y malicioso salto mortal, uno puede pensar que ese alter-ego o ese ego-ego puede ser también el autor del elogio de la contraportada.

lunes, 16 de abril de 2012

Pues no es tan fácil como parece: 'El enigma del best-seller', de David Viñas

Ahora que he empezado a leer El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón, nada mejor que comentar el trabajo de David Viñas sobre el fenómeno best-seller, que espero completar otro día con el de Sergio Vila-Sanjuan titulado Código best-seller. Quienes frecuentáis este blog sabéis que los best-sellers  y la literatura más comercial no suelen salir muy bien parados en mis reseñas. En general me parecen escritos con un lenguaje que anda muy lejos de la habilidad y dominio de los autores de más calado, y también llenos de personajes con una humanidad demasiado endeble e igualmente floja. En lo único que suelen aventajar a la literatura más clásica es en la dinámica de la acción y en la sencillez de técnicas narrativas, que es lo que hace más accesible su lectura y que llegue a un público amplio y que normalmente solo quiere que le cuenten una historia entretenida y le hagan pasar un buen rato. No tengo nada contra lo segundo –y mejor es eso que pasarse las horas ante la tele–, pero también creo que a pesar de muchas reivindicaciones o concesiones que se hagan de esta literatura, al final las dos manifestaciones van a permanecer separadas y catalogadas como textos de diferente jerarquía.  Sin embargo, el libro de David Viñas me ha hecho ver algo que antes no me había parado a pensar.
   
     Me refiero sobre todo a la fórmula para el éxito de este tipo de libros, es decir, si se trata de unas novelas que en el fondo responden a un modelo de composición y unas técnicas muy repetidas, ¿por qué hay unos
best-sellers que triunfan y otros  que no?  A esto creo que responde muy bien el título del libro, y algo que dejan también unas palabras de Alberto Vázquez Figueroa a propósito de Tuareg, en las que dice, más o menos, que si supiera cuál fue la fórmula exacta que hizo de esa novela un éxito, la habría estado repitiendo hasta la saciedad, para hacerse millonario. Por lo mismo no entiende por qué otros libros suyos no han corrido la misma suerte. Y lo mismo pasa con otros escritores del género… Tampoco es, pues, tan fácil como parece.


     La mayor parte de los capítulos de
El enigma tocan o aspectos que el lector ya conoce y que se han repetido con mucha frecuencia: la importancia de los montajes comerciales o mediáticos, las polémicas entre  críticos serios o profesionales y los autores de best-sellers, la aparición del componente didáctico en esas novelas, la combinación en ellas de subgéneros como la novela de aventuras, la sentimental, lo gótica, lo fantástico, etc. Lo normal es que cada uno de esos capítulos comience con unas breves y discretas pero acertadas reflexiones teóricas sobre el particular y luego se ilustre con ejemplos de las novelas más vendidas, como han podido serlo Los pilares de la tierra, El capitán Alatriste, Parque Jurásico… En algunos capítulos, como el dedicado  a lo fantástico, esa ilustración  resulta demasiado prolija y creo que se debería haber reducido bastante más.

      En cualquier caso y a pesar de sus seiscientas páginas es un libro de fácil lectura también, algo a lo  que ayuda también el tono desenfadado que adopta el autor, que no se dedica a lanzar las diatribas y descalificaciones que le autorizarían su trabajo de profesor de teoría de la literatura. También esa abundancia de ejemplos aligera bastante el componente ensayístico libro y hace de esos pasajes una especie de aperitivo o  de síntesis del libro reseñado. A los aficionados al género les servirá de aliciente para lanzarse a la lectura de la novela, y a los escépticos el género nos ahorrará la lectura de más de una novela que al final juzgaríamos prescindible. 


      De nuevo, repito que el mayor mérito me lo ha parecido revelar que no todos los libros concebidos como best-sellers se convierten automáticamente en superventas y que la razón de ello sigue incluso escondida tanto para sus  propios autores como para los críticos y los editores más sagaces. Lo cual no deja de ser sumamente interesante y de dejar en el aire una incógnita que me parece que va a seguir ahí por mucho tiempo. Porque al final,  sin saber cómo ni por qué, resulta que con los denostados best-seller estamos ante otra de las grandezas de la literatura. (
David Viñas Piquer: El enigma del best-seller. Fenómenos extraños en el campo literario. Barcelona: Ariel, 2009, 602 pp.).

lunes, 9 de abril de 2012

Encuestas amañadas: Bibian@ Aíd@ y el poder de la arrob@

No me voy a meter a fondo en la polémica sobre el reciente informe de la RAE sobre el llamado sexismo lingüístico, sobre el que ya nos iluminó en su día Bibiana Aído. Simplificando, si el lenguaje es vehículo de poder, lo es tanto de la RAE como de quienes quieren hacer que sea políticamente correcto a la fuerza, algo que para nada cumple las leyes naturales del propio lenguaje, una de las cuales es precisamente la de la economía lingüística o de la ley del mínimo esfuerzo. El informe de la RAE, firmado por Ignacio Bosque, trae un ejemplo  surrealista que contradice esa ley y al que espero que no lleguemos nunca. Lo reproduzco aquí: 



  «Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos y de aquellos contemplados en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional.»   «Para ejercer los cargos de diputados o diputadas a la Asamblea Nacional, Ministros o Ministras; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de Estados y Municipios no fronterizos, los venezolanos y venezolanas por naturalización deben tener domicilio con residencia ininterrumpida en Venezuela no menor de quince años y cumplir los requisitos de aptitud previstos en la ley.»



El informe de la RAE incluye algún otro delirante ejemplo, como el fomento por parte de algunas instituciones y agrupaciones del uso del signo de la arroba para evitar lo que ell@s llaman una marginación sexist@. Tomando esos ejemplos como base, y aplicándola a los propios partidos políticos se me ha ocurrido llevar a cabo una encuesta con la siguiente pregunta ¿Cuál de las siguientes propuestas te parece más estrafalaria? (No he tenido respuestas porque esta vez he preguntado sólo a gente inteligent@ y, obviamente, me han mandado a freír espárrag@s. Además ha sido imposibl@ llevar a buen términ@ ningun@ conversaci@n):


1) Partid@ Popul@r
2) PS@e
3) Izquierd@ Unid@
4) C@misiones @brer@s
5) Convergenci@ y Uni@


 ¿Algo o "alga" que comentar?


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