sábado, 28 de diciembre de 2013

Arturo Pérez-Reverte: El francotirador paciente

La última novela de Pérez-Reverte me ha resultado entretenida pero tampoco me ha aportado nada nuevo que no haya leído en otras suyas, e incluso me ha parecido inferior a El Club Dumas y a La Reina del Sur (que ya han aparecido o aparecerán reseñadas en este blog). 

     Creo que lo más le honra Reverte es seguir usando ese periodismo de investigación para poder contar historias ambientadas con bastante precisión en una amplia gama de mundos y ambientes, el de los grafiteros en este caso.      Realmente este aspecto del argumento aparece muy bien documentado y verosímil, con algún momento quizá excesivo como el episodio de Verona, pero en general cumpliendo bien con el didactismo propio de los bestsellers. En este sentido, lo más interesante quizá sean algunas reflexiones y reivindicaciones sobre el arte urbano espontáneo y el valor del graffiti como expresión de rebeldía antisistema. Pero también me imagino que los lectores más críticos sólo van a ver en ello la voz del Pérez-Reverte que desde los suplementos dominicales lanza mandobles a diestro y siniestro contra todo lo que no sea él mismo. Y que esto lo haga un escritor comercial instalado en las oficialidades de la RAE no deja de ser aún más cuestionable.

     El lenguaje de la novela es un poco menos barroco y  más directo que otros anteriores, con unas metáforas o artificios retóricos un poco más comedidos que quizá puedan explicarse también por la brevedad de la narración.

    Pero como artificio novelesco El fancotirador paciente no me acaba de convencer. En primer lugar, la decisión de usar como voz narrativa a una mujer no siempre acaba funcionando. Por supuesto, no es una tarea fácil para un escritor varón –y quizá menos para Pérez-Reverte– encontrar las modulaciones propias del lenguaje femenino,  pero también creo que es algo que se le debe pedir a alguien que se precia de ser miembro de la RAE. Como en otras ocasiones, son muchas las veces que en no sólo en las ideas, sino en el estilo, sintaxis, morfología, etc., queda claro que Lex Varela, la narradora-protagonista, no tiene voz propia, y es simplemente el parapeto desde el que escribe el mismo autor de Alatriste. Una comparación entre sus parlamentos, sus sensibilidades, su forma de ver el mundo y el de narradoras protagonistas de Historia de una maestra (Josefina Aldecoa) o La intimidad (Nuria Amat). La cosa se complica cuando Pérez Reverte hace lesbiana a Lex, pues me parece que sus miradas y comportamientos son mucho más masculinos de lo que el propio autor imagina.

     El desarrollo de la acción tampoco me ha convencido. Es demasiado lineal y episódica. Realmente, desde que Lex empieza su  investigación para llegar hasta Sniper, no se encuentra con dificultades especiales ni el autor parece sentirse forzado o capaz de crear alguna cortina de humo que hiciera más interesante o incierto el resultado de la búsqueda. Lex sólo va de contacto en contacto, sin falsas pistas que despisten, hasta llegar a encontrar al icono de los grafiteros. Hay algunos momentos o escenas inesperadas, pero en general no puede decirse que la novela cree una intriga o incertidumbre semejante a una policíaca. Tan sólo el giro final –demasiado parecido al de El Club Dumas- puede sonar a sorpresa genuina e iluminar el significado del párrafo inicial del primer capítulo.

     Al final un bestseller mediano, que vale más por su contenido periodístico que por sus méritos propiamente literarios. Y que tampoco creo que pase a engrosar la lista de los mejores libros de su autor. No da la impresión de que Pérez-Reverte haya querido superarse a sí mismo con esta novela ni decir nada nuevo a lo que nos ha dicho en otras anteriores. Tampoco creo que valga la pena pagar 20 euros por él. Mejor esperar a que deje de ser novedad o descargárselo en el kindle de turno. (Arturo Pérez-Reverte: El francotirador paciente. Madrid: Alfaguara, 2013, 302 pp.).



viernes, 20 de diciembre de 2013

Feliz Navidad con Boney M.

La entrada de hoy va a ser muy breve; sólo es para desearos unas Felices Navidades con una canción de Boney M ('Mary's Boy Child / Oh My Lord'). Aparte de recordar la excelente voz de Marcia Barret, el único comentario que se me ocurre es que a Booby Farrell, el bailarín, se le nota un poco como fuera de sitio, como sin saber qué ritmo llevar, y es que parece lógico que una canción como ésta no le lleve a bailar como en 'Rasputín'. Quizá esto se deba a que las Navidades son unas semanas para vivir y pensar más despacio de lo que nos lleva a hacerlo el ritmo de discoteca en el que nos han metido El Corte Inglés y compañía. Saludos y Feliz Navidad y Año Nuevo. Otro comentario me llevaría a intentar aclarar cómo un evento que algunos califican de mítico, puede dar lugar a canciones tan artísticas e inolvidables como ésta, o a piezas como el Mesías de Haendel. Daría para una charlita filosófica sobre la unidad entre belleza y verdad, pero, bueno, estamos de vacaciones y prefiero dejarlo así. Que disfrutéis el villancico, y también 'Rasputín'. Feliz Navidad...


Abajo la letra de la canción, y más abajo el vídeo de 'Rasputin'

Mary's boy child Jesus Christ, was born on Christmas Day.
And man will live for evermore, because of Christmas Day.

Long time ago in Bethlehem, so the Holy Bible said,
Mary's boy child Jesus Christ, was born on Christmas Day.

Hark, now hear the angels sing, a king was born today,
And man will live for evermore, because of Christmas Day.
Mary's boy child Jesus Christ, was born on Christmas Day.

While shepherds watch their flocks by night,
they see a bright new shining star,
they hear a choir sing a song, the music seemed to come from afar.

Hark, now hear the angels sing, a king was born today,
And man will live for evermore, because of Christmas Day.

For a moment the world was aglow, all the bells rang out
there were tears of joy and laughter, people shouted
"let everyone know, there is hope for all to find peace".

Now Joseph and his wife, Mary, came to Bethlehem that night,
they found no place to bear her child, not a single room was in sight.

And then they found a little nook in a stable all forlorn,
and in a manger cold and dark, Mary's little boy was born.

Hark, now hear the angels sing, a king was born today,
And man will live for evermore, because of Christmas Day.
Mary's boy child Jesus Christ, was born on Christmas Day.

Oh a moment still worth was a glow, all the bells rang out
there were tears of joy and laughter, people shouted
"let everyone know, there is hope for all to find peace".

--

Oh my Lord
You sent your son to save us
Oh my Lord
Your very self you gave us
Oh my Lord
That sin may not enslave us
And love may reign once more

Oh my Lord
when in the crib they found him
Oh my Lord
A golden halo crowned him
Oh my Lord
They gathered all around him
To see him and adore

(This day will live forever)
Oh my Lord (So praise the Lord)
They had become to doubt you
Oh my Lord (He is the truth forever)
What did they know about you
Oh my Lord (So praise the Lord)
But they were lost without you
They needed you so bad (His light is shining on us)

Oh my Lord (So praise the Lord)
with the child's adoration
Oh my lord (He is a personation)
There came great jubilation
Oh my Lord (So praise the Lord)
And full of admiration
They realized what they had (until the sun falls from the sky)

Oh my Lord (Oh praise the Lord)
You sent your son to save us
Oh my Lord (This day will live forever)
Your very self you gave us
Oh my Lord (So praise the Lord)
That sin may not enslave us
And love may reign once more

martes, 10 de diciembre de 2013

Greenpace y su Nihil Obstat

Seguramente todos recordamos algún libro más o menos antiguo, o de contenido más o menos filosófico o religioso que en una de sus páginas incluía el nihil obstat del obispo correspondiente, que garantizaba que ese libro estaba libre de errores doctrinales, etc. Pues nada, ya se ve que a las viejas ortodoxias les sustituyen otras nuevas. Lo he comprobado al leer dos libros de la editorial Debolsillo  (Todos mis cuentos, de Ana M. Matute, y Dublinesca de Vila-Matas). Y si antes eran los obispos quienes nos decían que un libro podía o no salir al mercado, ahora es Greenpace. Leed lo que sigue:

"El papel utilizado para la impresión de este libro ha sido fabricado a partir de madera procedente de bosques y plantaciones gestionados con los más altos estándares ambientales, garantizando  una explotación de los recursos sostenible con el medio ambiente y beneficio para las personas. Por este motivo Greenpace acredita que este libro cumple los requisitos ambientales y sociales necesarios para ser considerado un amigo 'amigo de los bosques'. El proyecto 'Libros amigos de los bosques' promueve la conservación y el uso sostenible de los bosques, en especial de los Bosques Primarios, los últimos bosques vírgenes del planeta"


     Por supuesto, soy de los primeros en defender lo ecológico de la solución; lo que me preocupa es sobre todo que a esto no lo llamemos censura de algún tipo, que ahora Greenpace se conviera en el árbitro de la literatura. Y creo que viendo las cosas con un poco más de profundidad, prefiero el nihil obstat de los obispos al de Greenpace; por lo menos aquel evaluaba el valor acomodaticio o subversivo de tus ideas; ahora parece que lo importante no es el contenido de tu libro sino el soporte en que lo publicas. Algo así como si hubiéramos sustituido la primacía de las ideas por una dictadura del sentimiento o nos hubiéramos plegado al monopolio del Kindle o el iPad.   

sábado, 30 de noviembre de 2013

Ana María Matute: “Todos mis cuentos”



No estoy muy seguro de que el título de este libro sea el más apropiado y de que no se trate de (¿sorpresa?) una estrategia comercial. Y es que aquí no se incluye ninguna narración de Historias de la Artámila, y por el contrario sí se da cabida a “El polizón del Ulises”, que ganó el premio Lazarillo en 1965 a la mejor novela juvenil. Creo que la editorial debería haber hecho alguna aclaración al respecto, pues al final el lector va de sorpresa en sorpresa, leyendo como cuentos relatos que parecen o son novelas y echando de menos otras narraciones cortas que deberían haberse incluido en un volumen titulado precisamente “Todos mis cuentos”.

         A pesar de estos inconvenientes, no deja de ser un libro de lectura obligatoria, sobre todo por obras maestras como “El polizón del Ulises” y “Sólo un pie descalzo”, que son los relatos donde más claro aparece ese intento habitual de la autora de recuperar una infancia que es al mismo tiempo un paraíso distinto al del mundo adulto, pero tampoco ajeno al sufrimiento y a la zozobra. Otro grupo de cuentos como “El saltamontes verde”, “El aprendiz” o “El verdadero final de la Bella Durmiente” entran más de lleno en los modelos de los cuentos infantiles clásicos o reescritos por adultos pero no dejan  de tener un peso y una hondura de fondo superior a los cuentos más propiamente folklóricos.


        Aunque por momentos puede dar la impresión de que Matute repite argumentos y tonos, la verdad es que más bien nos encontramos ante un mundo único con historias siempre diferentes, cada una con la suficiente originalidad como para superar una monotonía de conjunto. Es difícil, por ejemplo, identificar a esos personajes con estereotipos concretos o adivinar finales felices o infelices tópicos o manoseados. Matute parece encontrarse muy a gusto en ese mundo, conocerlo muy bien y tener simplemente el deseo de contar las historias individuales que le dan consistencia. Por eso, a veces, el estilo y los recursos lingüísticos no aparecen como una prioridad y de vez en cuando se escapa algún prosaísmo o algún anacoluto, pero esto no deja de aparecer como un pequeño defecto en historias que tienen su propia vida, estén más o menos cargadas de realismo y fantasía. Así cada cuento tiene siempre sus propios giros y sus propias sorpresas, para formar al final una serie de escenas únicas de un gran mosaico.

     La muy diversa extensión de los relatos también puede hacer un poco difícil o desorientadora su lectura, y quizá también el diferente tono de los cuentos, que oscilan entre lo propiamente maravilloso y lo más lírico-realista. Por eso quizá el libro no guste a los lectores que vayan buscando sólo cuentos o sólo novelas, sino a los aficionados a la narrativa en general y a esa habilidad de Ana María Matute para seguir descubriendo nuevas historias en un mundo que para otros escritores habría quedado agotado hace tiempo.  (Ana María Matute: Todos mis cuentos. Barcelona. Debolsillo, 2011, 441 pp.).



martes, 19 de noviembre de 2013

Isabel Allende y Ana María Matute: comparando palabras

Cuentos de Eva Luna,
donde se incluye
"Dos palabras"
En el programa de lecturas de Español AP (Spanish Advanced Placement) figura como lectura obligatoria el cuento "Dos palabras" de Isabel Allende. Desde la primera vez que di esa clase me pareció uno de los más flojos del programa, por sí mismo y también al compararlo con otros del grupo, como "El sur" (Borges), "La noche boca arriba" (Julio Cortázar), o "Mi caballo mago" (Sabine Ulibarrí). Así que acabé pensando que este cuento es otro de esos que se había incluido ahí más por motivos ideológicos que por motivos estéticos, entendiendo en este caso como ideología tanto la necesidad de incluir a alguna escritora en la lista de lecturas como a la necesidad de que el contenido del cuento correspondiese también a los intereses político-feministas... 

    Pero me parece que "Dos palabras" hace aguas  tanto por un lado como por otro. Si se hubiera querido incluir a una buena escritora se podía haber elegido, por ejemplo, a María Luisa Bombal, cuyo cuento "El árbol" me sigue pareciendo una obra maestra y cuyo talento habría dejado mejor parada a la escritura de mujeres. Y si se hubiera querido dar más fuerza a los argumentos feministas, me habría parecido mucho más adecuado "La culpa es de los tlaxclatecas", de Elena Garro, un poco maniqueo, como el de Allende, pero mucho mejor escrito y con un argumento de mucha más densidad ideológica.

     Al comentar "Dos palabras" en clase, realmente lo único que despierta interés en los alumnos es la escondida identidad de esas dos palabras, que para algunos serían "Te amo" o algo parecido, y para otros "La patria" o también algo  parecido. Pero todo lo demás es tan obvio y flojito que el relato aparece al final sin fuerza y lleno de estereotipos: Belisa es una mujer que se hace a sí misma, pero que no tiene errores ni dudas -o sea un personaje plano-, la moraleja es también tópica y evidente -la mujer que con educación y el amor puede amansar la violencia e integrar armónicamente todas las clases y etnias, etc., etc. Además le faltan momentos de verdadero clímax y se nota demasiado las luchas de Allende por llegar a ser un García Márquez con faldas...

     Para darle otra oportunidad más, este año se me ocurrió pedir a los alumnos que lo comparasen con "El saltamontes verde", un cuento de Ana María Matute también organizado en torno al poder redentor de las palabras. Les pedí que valorasen ambos cuentos, y acabaron y acabamos más o menos con la misma conclusión. El de Matute  es mucho más complejo y profundo, más universal y metafísico. Las palabras son la identidad personal y no un mero instrumento, la decisión final de Yungo de tener que "matar" a sus propias palabras tiene mucha más tensión que todos los momentos juntos del cuento de Allende, etc. etc.

En fin, que si hasta en los programas educativos para estudiantes
avanzados y para futuros profesores de español dejamos que se metan relatos menores teniendo muchas mejores opciones, ni estamos haciendo un servicio a la reivindicación de las escritoras ni a la mejor literatura, ni tampoco a nuestros estudiantes.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Ariel y Calibán en el Estado laico, y otro libro mío...

El cisne, la espiga y la cruz:
poesía religiosa del
Modernismo hispanoamericano
Sólo para comentaros que en unos pocos meses acaban de salir dos nuevas publicaciones mías.

     La primera es un artículo sobre "Liberalismo y jacobinismo", un breve ensayo de José Enrique Rodó escrito en 1906 pero de una temática my actual. En él, el escritor uruguayo, desde la perspectiva del no-creyente-culto, critica la decisión del Gobierno de Uruguay  de retirar los crucifijos de las salas de los hospitales. Aunque su argumentación tiene algunas debilidades, el núcleo me parece bastante sólido, pues no parece tener mucho sentido el arrojar de cualquier institución la imagen de aquél o aquéllos que pueden considerarse sus fundadores históricos. El artículo  puede descargarse de mi página de Academia.edu (donde lleva ya un número interesante de visitas), y ha aparecido en el último número de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana (Se me olvidaba, su título completo, y de ahí el título de la entrada es: "Ariel y Calibán en el Estado laico: modernismo, secularización y ética del discurso en 'Liberalismo y Jacobinismo', de José Enrique Rodó").


      La segunda es una selección de la poesía religiosa del Modernismo, que he publicado en la editorial MedioSiglo y que puede adquirirse en Amazon, por ahora sólo en formato impreso (y es que el formato electrónico para libros de poemas no parece funcionar bien,  ni ser tan apropiado para este tipo de textos).  En cierta forma se trata de un experimento, pues me interesa saber qué acogida tiene este  tipo de antologías en la red, y cómo la red puede ayudar a su distribución y de paso proporcinarme unos derechos de autor más altos que cuando publico con editoras tradicionales.


      Por por el lado más académico o erudito, se trata también de una reivindicación, pues en las antologías y estudios del Modernismo este aspecto se suele omitir para dar preferencia a otros que no dejan de ser importantes, pero que a mi juicio marginan la importancia cuantitativa y cualitativa de este tipo de poemas. No en vano una de las más frecuentes acusaciones que hicieron a los modernistas sus enemigos literarios fue la de ser unos escritores místicos y demasiado espirituales. Igualmente, el justo interés por los poemas esotéricos o exotistas del Modernismo ha hecho que se olvidara el significativo componente cristiano del mismo. Creo que mi antología ayuda un poco a poner en su sitio y de manera proporcionada todo este conjunto de componentes. Por eso la he titulado El cisne, la espiga y la cruz,  pues el cisne fue el símbolo por antonomasia del Modernismo, la espiga es uno de los símbolos más típicos del sincretismo religioso y la cruz hace referencia a esa singularidad del cristianismo dentro de todo el conjunto.


      La antología se abre con una sección de poemas dedicados a la "muerte de Dios" y se cierra con otra serie dedicada a los apocalipsis y las parusías. En cuanto al formato del libro, creo que hemos acertado al elegir un tamaño amplio, pues así los poemas se leen mucho mejor que en una edición de bolsillo. Os dejo abajo los poemas con que se abre y cierra el libro, y aquí  su enlace a Amazon. Saludos. 




DE MIS " VERSOS VIEJOS”  (Fragmento, Manuel Gutiérrez Nájera)
                                  
¿Recuerdas de Richter, de Richter sombrío,
el verso tan triste, tan triste, tan frío
en que habla del mártir clavado en la cruz?
Blancura sin sangre, blancura nevada,
de estatua yacente blancura callada,
entreabre en el verso sus ojos sin luz.

Nos pinta el poeta la cripta, las fosas;
los niños reviven; levantan las losas,
y a Dios suplicantes, le dicen : —¡Ya, ven ! 
y Dios, sollozando, responde : —¡Mis muertos!
Me tienen clavados los brazos abiertos;
no puedo abrazaros... ¡he muerto también!

—Jesús —le preguntan— ¿sin padre nacimos?
Si no nos conoce, si ya le perdimos,
si no quiere vernos, si todo olvidó,
apiádate entonces, tú danos un padre,
en ti fervorosa creyó nuestra madre...
Jesús les contesta : —¡Soy huérfano yo!

Un rayo de luna, silente, muy leve,
de luz ya sin vida, de luz toda nieve,
alumbra impasible la eterna orfandad:
el Cristo, ya exangüe dobló la cabeza...
se acerca a las tumbas la pobre tristeza,
y dice a los niños : —Dormid. ¡Olvidad!

…………………….


CANTO DE ESPERANZA (Rubén Darío)

Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.
Un soplo milenario trae amagos de peste.
Se asesinan los hombres en el extremo Este.

¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?
Se han sabido presagios y prodigios se han visto
y parece inminente el retorno del Cristo.

La tierra está preñada de dolor tan profundo
que el soñador imperial, meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo.

Verdugos de ideales afligieron la tierra:
en un pozo de sombras la humanidad se encierra
con los rudos molosos del odio y de la guerra.

¡Oh, Señor Jesucristo! ¿Por qué tardas, qué esperas
para tender tu mano de la luz sobre las fieras
y hacer brillar al sol tus divinas banderas?

Surge de pronto y vierte la esencia de la vida
sobre tanta alma loca, triste o empedernida
que, amante de tinieblas, tu dulce aurora olvida.


Ven, Señor, para hacer la gloria de ti mismo.
Ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,
ven a traer amor y paz sobre el abismo.

Y tu caballo blanco, que miró el visionario,
pase. Y suene el divino clarín extraordinario.
Mi corazón será brasa de tu incensario.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Carlos Ruiz Zafón, 'La sombra del viento' y Halloween

Ésta es la tercera entrada que dedico a La sombra del viento; seguramente la novela no lo merece y por lo flojita que es mejor habría sido olvidarse de ella de una vez por todas y pasar a mejores suertes. Pero ha ocurrido que al leer la contraporta y las páginas de cortesía del libro no he podido sino quedarme con la boca abierta y  por la falta de ética y de competencia de la crítica al respecto (con alguna excepción, todo hay que decirlo). Muy propios todos ellos para asustar a cualquier lector medianamente exigente. Como si fueran uno de los monstruitos de Halloween. En la edición que he manejado la novela va antecedida por cuatro, sí, cuatro, páginas de elogios superlativos que no acabo de entender; no sé si se trata de una broma pesada o están todos ellos escritos por los agentes de prensa de Planeta o por el propio CRZ. Para más inri y desconcierto esos elogios proceden de algunos de los periódicos de 'más prestigio', como pueden ser el Sunday Times, el Daily Telegraph, Le Figaro, El Mundo, The Sunday Telegraph, etc. Obvia decir que ningún escritor de verdad necesita cuatro páginas de elogios para vender sus libros...

       Es difícil decir cuál de esos elogios tiene menos sentido, pero puestos a elegir me quedo con el del New York Times y el de El Mundo. El primero lo selecciono porque precisamente en mi entrada acerca de El juego del ángel, decía yo con otras palabras  que comparar a Ruiz Zafón con Borges era como comparar peras con manzanas; sencillamente son especies diferentes, muy diferentes. Para el New York Times parece que no es así,  y además CRZ sería capaz de emular no sólo a Borges sino  también a García Márquez y a Umberto Eco. Todo un "fénix de los ingenios" o un "monstruo de la naturaleza", como Lope de Vega. El comentario de El Mundo tampoco se queda atrás, aunque es un poco más ambiguo y deja espacio para interpretaciones un poco más malignas. Aquí van los elogios:


The New York Times: "García Márquez, Umberto Eco y Jorge Luis Borges se encuentran en un mágico y desbordante espectáculo de inquietante perspicacia y definitivamente maravilloso, escrito por el novelista español Carlos Ruiz Zafón" (sic, juro que la cita es literal)


El Mundo: "Las páginas de Ruiz Zafón ensimisman durante dos días a cuantos decidan leerlas. El talento narrativo de este hombre arrasa". Lo de los dos días puede querer decir que una vez que al lector se le haya pasado la fiebre y haya recuperado la cordura se dé cuenta de que todo haya sido una especie de pesadilla. La segunda parte lleva a una pregunta obvia, es decir ¿cuántas grandes novelas habrá leído quien dice que "el talento narrativo de este hombre arrasa"?.


Peras y manzanas, cada una en su sitio
Aquí un comentario de El Mundo, un poco más sensato, que agradezco a Josep, de Negritas y Cursivas, y aquí mi comentario acerca de la contraportada de El juego del ángel. (Y prometo que la próxima entrada no se la dedico, ni de lejos, a ninguna novela de RZ. Y también es una coincidencia que esta entrada la haya programado, sin premeditación ni alevosía, para la víspera de Halloween).

domingo, 20 de octubre de 2013

Carlos Ruiz Zafón: 'La sombra del viento'

'La sombra del viento',
'El juego del ángel' o
cómo plagiarse a sí mismo
Ha sido algo curioso lo que me ha pasado con este libro. Lo he leído después de El juego del ángel, que es la segunda novela de la trilogía de El cementerio de los libros, y que ya he comentado en este blog. Lo curioso, por decirlo así, es que ha habido muchos momentos, sobre todo en la primera mitad del libro, en que realmente no sabía si estaba volviendo a leer El juego del ángel o se trataba de verdad de una novela distinta. En otras palabras, los personajes, la ambientación, el lenguaje, el argumento de ambos libros resultaban tan semejantes que era casi imposible distinguirlos, y esto, obviamente, no habla nada bien de su autor. Uno puede entender que una novela de ambiente, que trate de crear un mundo propio, repita lugares e incluso personajes -como hacen Muñoz Molina en Mágina o Luis Mateo Díez en Celama-, pero cuando también el argumento y las situaciones particulares se repiten es cuando uno empieza a pensar que ese autor: 1) está tomando el pelo al lector, 2) está aprovechándose de su primer éxito sin escrúpulo alguno, 3) no tiene inventiva suficiente para ensanchar el mundo que ha querido crear... Sea cual sea la opción en la que encajemos a CRZ, me parece que si uno ha leído y sufrido La sombra del viento no merece la pena que lea y vuelva a sufrir con El juego del ángel, y viceversa. 

      Realmente lo único que me parece interesante y a lo que creo que CRZ podría sacar mucho más juego es al mundo literario del Cementerio de Libros Olvidados, que le podría dar para un buen número de aventuras metaliterarias y reflexiones acerca del poder y la perennidad de la literatura. Pero, por desgracia, el autor parece no saber aterrizar ahí ni sacarle provecho que podría. Por el contrario, nos llena el libro con  una  mezcla de historias góticas y  folletinescas que  al menos para mí nunca pasan de eso, y que por ello nunca consiguen revivir de verdad la Barcelona de la pre y la posguerra. Los personajes son una mezcla de figuras de novela del folletín del XIX, de personalidades actuales metidas con calzador en un escenario acartonado y en un argumento que sólo tiene como mérito el atar los muchos cabos que se han ido abriendo a lo largo de la narración. 


     Y esto por no hablar del lenguaje. Ya se ve que el autor no es un estilista ni tampoco parece preocuparle en absoluto. Apenas se notan vuelos o frases únicas y logradas, aunque haya, eso sí, muchas pretensiones de asombrar a los lectores menos exigentes. Además, si en El juego del ángel los diálogos entre sus personajes parecían estar encaminados a ver cuál de estos tenía la lengua más aguda y viperina, en La sombra del viento, la mayoría de ellos parecen estar hechos o pensados con y para la entrepierna, sobre todo los del priápico Fermín. Y esto hasta el punto de que me ha hecho pensar si su autor no tendrá por ahí algún complejo freudiano al que haya querido dar salida con esta novela. Escenas como la visita final al asilo con la prostituta de turno son realmente superfluas y bochornosas, con el agravante de que el autor las quiere hacer pasar por divertidas y necesarias para la trama. Por el contrario, la figura de Beatriz a la que se le podría haber dado una profundidad mucho mayor, queda al final reducida a un personaje de comparsa y completamente jibarizado al lado de otros como Fumero o la misma Nuria. En fin...



¿Es CRZ el Manuel Fernández y González del siglo XXI?
¿Cuántos se acuerdan hoy de MFG?
     Igualmente limitada me ha parecido la forma en que el narrador principal inserta otras voces narrativas en la historia (la de Jacinta, la del padre Fernando, la de Nuria)... Aunque algunos de estos recursos sean los propios de la novela de folletín, la verdad es que al final da la impresión de que el autor no es capaz de manejar esa polifonía de voces, y que esas intervenciones aparecen ahí no como deberían  sino siendo una mezcla de un narrador que no puede escribir de otra manera y al que le han salido tantos personajes y una acción tan complicada que no sabe qué hacer con todo ello y tiene que optar por la simpleza típica de los bestsellers. Justo lo contrario de las grandes novelas. Y en cuanto al final, tan tierno, si algún lector quiere leer algo semejante pero un poco más serio, le aconsejo el cuento "El cojo", de Max Aub, con el nacimiento de la simbólica Esperanza al final de la tragedia. Y lo mismo digo de los amores ignoradamente incestuosos entre Julián y Penélope; si alguien cree que eso es un hallazgo de CRZ, no tiene más que leerse cualquier novela más o menos folletinesca del XIX; se va a encontrar con situaciones análogas como para parar un tren (un solo ejemplo: Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde)...

    Obviamente, no es una novela  para recomendar a nadie. La única ventaja que puede tener sobre las novelas de folletín del XIX es el no estar escrita por entregas y por ello, el tener cierta consistencia argumental. Pero ni el estilo, ni los personajes, ni el ambiente  de época pueden tomarse en serio. Como más o menos apunté en la entrada dedicada a El juego del ángel, CRZ puede ser nuestro popular Manuel Fernández y González del siglo XX-XXI, pero de seguir así, le pasará como al del XIX, que hoy nadie se acuerda de él. (Carlos Ruiz Zafón: La sombra del viento. Barcelona: Planeta: 2012, 575 pp.).



jueves, 10 de octubre de 2013

Los ripios y estreñimientos de Carlos Ruiz Zafón ('La sombra del viento')

En una entrada anterior comentaba la presencia un poco inesperada de ripios en Riña de gatos, de Eduardo Mendoza, y en Dublinesca, de Vila-Matas. Digo inesperada porque en escritores que han llegado a veces a alturas ejemplares esto no deja de ser un poco decepcionante. Para ejemplificar esa cacofonía copiaba también un poema de Ramón de Campoamor, uno de los poetas ripiosos por excelencia. Estos días, leyendo La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, me he encontrado un ejemplo exactamente igual y no he podido resistir la tentación de copiarlo y dedicarle esta entrada. Pero en este caso no es sorpresa, porque el lenguaje y la altura estilística  de La sombra del viento es mucho menor que la de los otros dos libros. Como botón de muestra, una frase de CRZ acerca del estreñimiento, una frase que puede hacer que alguien decida abandonar para siempre su afición por la lectura, o al menos la de CRZ. Cito los ripios en prosa y la frase lapidaria acerca del estreñimiento ibérico:

"La casa roja relataba la atormentada vida de un misterioso individuo que asaltaba jugueterías y museos para robar muñecos y títeres, a los que posteriormente  arrancaba los ojos  y llevaba a su vivienda, un fantasmal invernadero abandonado a orillas del Sena (...) una señorita de la buena sociedad parisina, muy leída y fina ella, se enamoraba del ladrón. A medida que avanzaba el tortuoso romance (..) la heroína desentrañaba el misterio que llevaba al enigmático protagonista, que nunca revelaba su nombre" (pp. 40-41)


"Si tú eres más buena que el pan, Bernarda (...) Esta gente que ve el pecado en todas partes  está enferma del alma y, si me apuras, de los intestinos. La condición básica del beato ibérico es el estreñimiento crónico" (p. 63). 


Estilísticamente patético ¿no?

Y aquí, de nuevo, el poema de Campoamor  "El busto de nieve", que al compararlo con el párrafo de CRZ y con la frasecita en cuestión, podría pasar como una muestra de la 'gran literatura':


De amor tentado un penitente un día
con nieve un busto de mujer formaba,
y el cuerpo al busto con furor juntaba,
templando el fuego que en su pecho ardía.

Cuanto más con el busto el cuerpo unía,

más la nieve con fuego se mezclaba,
y de aquel santo el corazón se helaba,
y el busto de mujer se deshacía.

En tus luchas ¡oh amor de quien reniego!

siempre se une el invierno y el estío,
y si uno ama sin fe, quiere otro ciego.

Así te pasa a ti, corazón mío,

que uniendo ella su nieve con tu fuego,
por matar de calor, mueres de frío.


lunes, 30 de septiembre de 2013

Antonio Muñoz Molina: Beltenebros

Habiendo empezado este blog la lectura de Muñoz Molina con El viento de la luna, una de sus peores novelas, no me habían quedado muchas ganas de seguirle leyendo y, a pesar de todo lo bueno que he oído de él, no he podido evitar una general actitud de escepticismo hacia toda su obra. Beltenebros ha hecho disminuir ese escepticismo, aunque no del todo. Es, sin duda alguna, una novela mucho más lograda que El viento de la luna, quizá porque el argumento de Beltenebros resulta más interesante y menos ególatra que el de El viento;  también me ha dado la impresión de que aquí el lenguaje está mucho más trabajado, sin limitaciones evidentes por ningún lado y con con una soltura y riqueza que podrían ponerse como referencia para otros escritores. 

     De la misma manera, el tono narrativo y el narrador en primera persona son consistentes y bien mantenidos a lo largo de toda la novela, aunque en algún caso me parece que el empleo de ese narrador obliga al autor a escenas de una verosimilitud un  poco forzada, sobre todo ésa en la que Darman es testigo -detrás de una cortina- del encuentro erótico entre Ugarte y Rebeca Osorio (hija). Después de repensar la novela, creo que sigue siendo un punto débil, aunque también muy difícil de solucionar de otra manera. Más me han gustado algunas sorpresas y giros con revelaciones inesperadas y ofrecidas en el momento justo pero de una forma natural sin el cálculo artificial de muchas novelas detectivescas. Igualmente me ha convencido la habilidad de Muñoz Molina para construir una historia compacta y al mismo tiempo intrigante con pocos personajes que son a la vez simples y complejos por sus dobles identidades. También se agradece la ausencia de esos personajes secundarios que tanto abundan en otras novelas de este tipo y que distraen innecesariamente al lector sin aportar nada de hondura a la historia. 


El final de Beltenebros no deja de
recordar, para bien o para mal,
a El fantasma de la ópera, 

la novela de Gaston Leroux
     De todas formas, tampoco todo me ha convencido completamente. Me imagino que con esta novela Muñoz Molina ha querido rendir un homenaje al cine negro o al cine clásico, y no creo que lector alguno pueda evitar esas asociaciones durante su lectura. El  problema es que esto, que puede ser un mérito relativo de Beltenebros, cuando lo ponemos junto a otras novelas como Los dominios del lobo, de Javier Maríaso muchas de las de Vila-Matas, producen la impresión de que ese cine clásico parece estar convirtiéndose en una fuente de argumentos de novelas en momentos en que los escritores pueden no tener mucho que decir, o no saben crear una literatura más cercana a la vida. Así se explica también otra de las limitaciones que veo en Beltenebros. Y es que esa cercanía o dependencia del cine hace que sus personajes no acaben de tener vida propia, que los identifiquemos con actores o estereotipos como Humphrey Bogart o Rita Hayworth. Aunque, por supuesto, no estoy en contra de este tipo de novelas, siempre he creído que la literatura no debe mostrar esa dependencia de otras artes de forma tan continua y hasta monótona.

    El otro homenaje que me parece que ha querido hacer Muñoz Molina es a algunos aspectos de  la literatura gótica o de folletín, sobre todo en los momentos finales en que Darman persigue a Ugarte por los pasadizos de la boite y del cine, y que no he podido leer sin asociarlos a El fantasma de la ópera, la novela de Gaston Leroux (mucho mejor que cualquiera de sus adaptaciones cinematográficas). El encuentro con la otra Rebeca y el final de Ugarte me han parecido demasiado peliculeros y más propios de una novela de aventuras que de una con pretensiones un poco más serias, como parecía plantearse al comienzo.

    No sé cuál será la siguiente novela de Muñoz Molina que vaya a leer, pero para ser positivos, Beltenebros me ha convencido de que su autor puede escribir cosas mucho mejores que El viento de la luna, y de que quizá pueda escribir una gran novela si sabe independizarse un poco más de la cultura o de sus fijaciones ideológicas y acercarse un poco más a la vida. Por eso, le doy tres estrellas, y por su final feliz y redentor -pero sin ñoneces- no le pongo la carita triste.


 

viernes, 20 de septiembre de 2013

Muñoz Molina me plagia un microrrelato (o viceversa)

He empezado a leer Beltenebros, de Muñoz Molina, con la esperanza de reonciliarme con él después del fiasco de El viento de la luna.  Y el caso es que nada más empezar, en el primer capítulo, me he llevado una mayúscula sorpresa, pues contiene un párrafo que parece sacado de un microrrelato que publiqué hace tiempo. O viceversa, es decir, que yo sea quien en los niveles del inconsciente le haya plagiado a él. La explicación que se me ocurre es que quizá yo, o quizá Muñoz Molina, o quizá los dos, tengamos un sosias literario, como el pintor de "Doblaje", el cuento de Julio Ramón Ribeyro, que nos haya soplado a mí o a Muñoz Molina el texto en cuestión. Como coincidencia más inquietante, creo que mi microrrelato es de 1996 o 1997 y la edición de Beltenebros que estoy leyendo es también de 1997 (la original es de  1989). Mi microrrelato se publicó en una antología bilingüe de textos breves editada por dos colegas 

Aquí el texto de Beltenebros: "Me dieron su foto y un sobre cerrado que contenía el pasaporte que él estaba esperando para poder huir y un fajo de extraños billetes españoles. Ése era el cebo, el pasaporte y el dinero que él había pedido, pero me dijeron que tuviera cuidado, porque recelaría, que nadie más que yo podría ir al interior y ejecutarlo sin peligro" (p. 13)

Aquí mi microrrelato: "Su trabajo de espía le había deparado un sinfín de emociones y fatigas, y ahora, ya al final de su carrera, veía con dulce impaciencia la llegada de su  jubilación. Su última misión de campo, además, se encontraba a punto de concluir: esperar al contacto ('Jimmy'), pronunciar la palabra convenida y extender su mano para recibir el diskette. Así de fácil. Sólo –le habían dicho tendría que mantenerse especialmente frío y sereno, porque el contacto era un tipo desconfiado y meticuloso, que haría fuego ante el menor imprevisto. Fue una lástima, pues, que su primer ataque de amnesia le llegara al saludar a 'Jimmy'.

martes, 10 de septiembre de 2013

Javier Marías: censurado y censor (y II) (o JM y la JMJ)

(Sigue de la entrada anterior)

El artículo de J. Marías censurado por el Grupo Correo 
Creed en nosotros 
Panorámica de la JMJ 2013.
La gente de la foto (unos tres millones
de personas), estaba 'también' 

esperando la salida a la venta 
del nuevo libro de Marías

(Javier Marías).- Mi arrojado vecino el Duque de Corso se ha topado con la Iglesia últimamente, o más bien con sus beatas y monaguillos más coléricos. (Ya estamos, descalificando a quienes piensan de forma diferente a nosotros. Si hubieras cambiado las palabras 'beatas' y 'monaguillos' por  'personas', quizá hubiera resultado mejor) Durante semanas he asistido a la furia de los lectores, bien representada aquí en la sección de cartas, y luego he leído, hace dos domingos, el eco que se hacía Pérez-Rafferty de las que no han visto más luz que la de sus fatigados, hartísimos ojos ("Resentido, naturalmente", tituló su columna).  

No pretendo terciar, cada cual libra las batallas que elige y al Capitán Sadwing no le hace falta ayuda en las suyas, ya pega mandobles y suele cargarlos de razón, encima. Pero la larga escaramuza me ha llevado a reflexionar un poco (no suelo: encuentro el tema carente de todo interés) sobre esta Oficial y Privilegiada Iglesia de nuestro país, aconfesional país en teoría. Y, de paso, sobre mi relación con ella y con las religiones en general. 



Javier Marías en la RAE
(justo antes de tomar un vuelo para ayudar a la 
Madre Teresa en los suburbios de Calcuta)

viernes, 30 de agosto de 2013

Javier Marías: censurado y censor (I) (o JM y la JMJ)

Javier Marías no tiene habilitada la
sección de comentarios de su blog
¿Es su derecho o una forma de censura?
Aunque un poco viejo ya, me parece que el famoso artículo censurado de Marías, en el que explicaba su abandono del dominical del Grupo Correo, no deja de tener su interés y merecer algunos comentarios, sobre todo tras los ecos y números de la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Dada la extensión del artículo, lo divido en dos entradas. Acompaño sus textos con algunas observaciones mías. Quizá dedique alguna entrada próxima a los artículos de Pérez Reverte a los que alude Marías. Mis observaciones van en negrita.

Explicación de Javier Marías 

Mis razones para abandonar el dominical del Grupo Correo.- A partir del domingo 22 de diciembre de 2002 ya no aparece, en la revista, mi habitual colaboración desde hace casi ocho años,que en los últimos tiempos llevaba el epígrafe Reino de Redonda. El motivo y la historia son los siguientes: 

    A raíz de dos artículos de mi vecino de página Arturo Pérez-Reverte, Duke of Corso, sobre la Iglesia Católica (el primero, en el mes de agosto, se tituló "Beatus Ille"; el segundo, en septiembre, "Resentido, naturalmente"), yo escribí uno sobre el mismo tema y sobre las religiones en general, que 
titulé "Creed en nosotros a cambio". Esa pieza, la número 398 desde el inicio de mis colaboraciones fijas en El Semanal, debería haber aparecido el 6 de octubre de 2002. No fue así porque los responsables del dominical la censuraron y dijeron que no se podía publicar. Al saberlo, mi reacción inmediata fue renunciar a mis colaboraciones. 

     Al día siguiente, El Semanal me propuso una solución posible: el artículo no saldría de momento porque los ánimos estaban muy soliviantados con los dos de mi vecino Pérez-Reverte (los de lectores varios, los de algunos directores de periódicos que distribuyen El Semanal -en particular, al parecer el Diario de Navarra-, los de alguna gente "de arriba", es de suponer que accionistas), pero sí más adelante, cuando esos ánimos se hubieran calmado. Acepté la propuesta, con la condición de que la demora no fuera excesiva. Se acordó dejar pasar las Navidades. El artículo censurado se publicaría el domingo 12 de enero de 2003. Ese fue el trato y yo seguí con mis colaboraciones. 



Captura de pantalla del blog de J. Marías,
que incluye la opcion de "enviar un comentario"
(esquina superior derecha de la entrada)

martes, 20 de agosto de 2013

Unai Elorriaga: Londres es de cartón

Tenía ganas de leer este libro, sobre todo para comprobar la trayectoria de su autor, que tan buen gusto me dejó con su anterior “trilogía”. Y aunque en esta novela hay algunas cosas que me siguen pareciendo interesantes, en su conjunto creo que cabría haber escrito algo mejor. Me sigo quedando (y sigo recomendando) con Un tranvía en SP, El pelo de  Van´t Hoff,  y Vredaman

     Londres es de cartón me parece un intento de escribir un mundo diferente al de las de las tres novelas anteriores, vertebradas por un tono de sencillez e inocencia emocional y por un estilo innovador y original que en ese caso no equivalía a complicación.  El único problema era, quizá, que al final ese estilo sonaba un poco repetitivo y como sin salida. En Londres es de cartón  se han depurado algunos de esos excesos y se ha conseguido una narración también fácil de leer y que a la vez ha sabido conservar  lo mejor del estilo anterior. También  el autor ha conseguido  mantener el mismo tono narrativo a lo largo de toda esta novela, en el sentido de haber sabido manejar los recursos que hacen que la lectura avance al ritmo apropiado, sin apresuramientos pero también sin demoras. Igualmente se transpira esa simpatía y especie de cariño con que Elorriaga sabe tratar a sus criaturas, huyendo en general de excesos emocionales o morbosos, y procurando finales que no sean desesperanzados. También puede gustar –y llegar a cansar, depende esas alusiones, citas y homenajes a escritores  con que introduce  los diversos capítulos de la novela,  o que aparecen como fundamento o fondo de contraste de la misma (la segunda parte, por ejemplo,  no puede dejar de recordar a las novelas de Agatha Christie).

Agatha Christie, que sin duda es una referencias 
para el final de la novela de Elorriaga (Traduzco la cita: 
"el marido ideal para una mujer es el arquéologo, 
cuanto más vieja se vuelve ella, más interés
despierta en él")

sábado, 10 de agosto de 2013

Bibliofilias: los 'Emblemas' de Alciato

Había oído hablar de este libro y visto muchos de sus emblemas en artículos y revistas de investigación, y había intentado comprarlo en librerías y más librerías, sin suerte alguna. Hasta que en un golpe de fortuna, en la sección de descuento de una librería de Monterrey, me lo encontré a precio de risa. Con el dinero que me sobró invité a un amigo a una cerveza, por haber perdido su tiempo para que yo encontrara esta joyita. Abajo uno de los que textos que más me ha gustado, también con su emblema,  y aquí un par de citas e ideas de la contraportada de la edición que yo he manejado: "Una de las obras más leídas y un libro de cabecera de su tiempo", "La presente edición -la primera desde el siglo XVIII- incluye la castiza y sabrosa versión castellana de Bernardino Daza, 'el Pinciano' y el texto latino original (Alciato: Emblemas. Madrid. Editora Nacional, 1975, 372 pp.)

Que Dios tiene particular cuidado de la música

Eunomo y Ariston tañendo a prueva, 

Mientras Eunomo tañe más attento, 
Por desgracia jamas oída y nueva 
Rompió una cuerda, y allí acabó el concento. 
Mas la voz que faltó con voz renueva 
Una cigarra, que con su instrumento 
De metal hecha a Phebo consagrada, 
De tal vittoria fue señal nombrada.




Y aquí también el grabado del emblema "Menten, non formam, plus pollere" (Más vale inteligencia que belleza), que  recoge la fábula de Esopo según la cual una zorra "entró un día en casa de un actor, y después de revisar sus utensilios, encontró entre otras muchas cosas una máscara artísticamente trabajada. La tomó entre sus patas, la observó y se dijo: “¡Hermosa cabeza! Pero qué lástima que no tiene sesos”. (Tomado de  aquí). Y ahora el chiste fácil: ¿Algún actor/actriz/político/escritor/futbolista/bloguero al que se pueda aplicar esta fábula?

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