lunes, 20 de mayo de 2013

Una novela para la inmensa minoría ('La intimidad', de Nuria Amat)


Interesante y original novela de una de las autoras de la que Juan Marsé ha dicho ser una de las mejores escritoras españolas. El título puede despistar un poco y hacer pensar que La intimidad es una novela propiamente psicológica; sin embargo, al final, lo que tenemos es un entretenido monólogo enunciado por una voz narrativa que consigue muy bien evitar la monotonía y el estatismo que suele ser propio en este tipo de obras. Todo ello además, en un estilo también rico en recursos retóricos, que huye de los tópicos y las frases hechas, y con una sintaxis variada que sabe combinar frases únicas con paralelismos y recurrentes  leitmotivs en una proporción casi perfecta.


     Hay que decir también que no es una novela para el público más amplio, pues tiene una amplia carga de intertextualidad, de referencias librescas y de mezcla entre realidad y ficción que seguramente va a pasar desapercibido al lector menos especializado. Y esto es una pena, porque esos juegos y alusiones me parecen verdaderamente logrados y a menudo son realmente divertidos, como ese matrimonio entre la narradora y Pedro Páramo, o ese hallazgo de Otra vuelta de tuerca al lado del manicomio.  Lo mismo hay que decir de las evocaciones de esa voz narrativa, pues no se presentan en un orden cronológico lineal, aunque tampoco en un caótico fluir de la conciencia. Esas evocaciones formarían más bien una especie de caos ordenado y organizado en torno  a varios motivos o episodios de la vida de la narradora, como puede ser su infancia, las relaciones con su padre, sus dos matrimonios, sus vaivenes hacia el mundo de los libros y las bibliotecas, etc. etc.  Es probable que esto tampoco atraiga al lector más convencional, que puede sentir la acción de la novela como algo excesivamente lento. Sin embargo, esto puede quedar compensado si ese lector sabe descubrir y disfrutar los continuos guiños y la continúa ironía que la autora reparte en todos los capítulos, además del sorpresivo e inesperado giro final.

     En cuanto al lenguaje, no es una novela sofisticada ni difícil de leer; es más, se agradece enormemente esa preocupación de la autora por encontrar frases nuevas y expresiones originales, que no caen en la pedantería y muestran  que la novela en castellano puede seguir  encontrando estilos renovadores que eviten el lenguaje prefabricado de muchos bestsellers y también la repetición automática de esos autores de un único registro. Algunas frases y sentencias también me parece que deberían enmarcarse: “Después de la muerte, la literatura es el mejor tema de conversación” (p. 205),  “Un escritor debe tener la máxima ambición. Por eso admiro a los escritores silenciosos” (p. 209).


Las páginas de La intimidad no dejan de
recordar a una isla con tesoros escondidos,
como la de R.L. Stevenson.
    La ironía que se extiende por toda la novela puede quizá llegar a cansar un poco, como pasa con Chesterton y su afición a las paradojas, pero en general se disfruta y puede llegar a producir en el lector una envidiable y continua carcajada silenciosa, como la de los mejores humoristas. Lo mejor de todo ello es seguramente, que no se trata de una ironía amarga o cruel en la mayor parte de la novela, donde el mundo que presenta la narradora –que al final puede ser el mundo de una loca o esquizofrénica semejante al licenciado Vidriera de Cervantes no es en general un mundo pesimista o desesperanzado. Es más bien un mundo que combina realidad y ficción y donde los personajes viven tanto de fracasos como de ilusiones. A mi juicio, es una lástima que el breve e inesperado final acabe llevando el argumento la dirección opuesta, y la locura y la muerte que habían vertebrado gran parte de la narración acaben cerrando esta en unos tonos más trágicos que todos los capítulos anteriores.

       En cualquier caso, se trata de una novela digna y recomendable. No la disfrutarán los lectores menos familiarizados con la metaliteratura y las narraciones no lineales y los argumentos sencillos, pero para el resto no deja de ser una novela de referencia. Y para muchos escritores también. (Nuria Amat: La intimidad. Madrid: Alfaguara, 1997, 285 pp.)



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