domingo, 20 de abril de 2014

Mis reparos a García Márquez

 Ahora que García Márquez se encuentra en su querido Macondo, y que por ahí desfilan tanto las hagiografías como los denuestos, voy a dar una pequeña y casi mezquina lista de algunas cosas que me impiden ponerlo entre mis lares y penates literarios. Con lo cual no quiero restar méritos a los escritos suyos que más me han gustado, en especial El coronel no tiene quién le escriba.


1) Sus cuentos siempre me parecieron cuentos escritos por un novelista, no por un cuentista. Le cuesta la condensación estilística y argumental y tiende más bien a la dispersión. En este sentido se me queda muy lejos de Borges o Cortázar.

2) En lo estilístico, su realismo mágico depende  en gran parte de hipérboles y exageraciones. Nada malo en ello, pero tanta repetición de recursos similares llega a cansar (por lo menos a mí). Pongo abajo un ejemplo, sacado todo él de "El ahogado más famoso del mundo", uno de sus cuentos más conocidos.

3) Su amistad con Fidel Castro y sus connivencias con ese régimen, con todos los atenuantes que se le busquen, me parece muy difícil de disculpar. Y mucho más cuando uno tiene amigos que han pasado -tortura incluida- por las cárceles de Cuba.

4) Aunque no lo he leído, lo que sé de él me hace pensar que un libro como Memoria de mis putas tristes es una auténtica vergüenza. Si ese libro lo hubiera escrito, por poner un ejemplo, Vargas Llosa, los clamores de algunos se habrían escuchado hasta en el último círculo del infierno de Dante.

5) Las comparaciones son odiosas, pero no puedo dejar de recordar el día que en clase comparé con mis alumnos "El último viaje del buque fantasma", de García Márquez, con "Cuando salí de La Habana, válgame Dios", de José Emilio Pacheco, ambos con el motivo común del barco fantasma. Como en algunos combates de boxeo, el cuento de Pacheco salió ganador por un k.o. rotundo, por su enfoque mucho más original y sus constantes guiños al lector.

Y ahora el ejemplo del que hablaba en el punto 2: 
"La tierra era tan escasa, que las madres andaban siempre con el temor de que el viento se llevara a los niños, (...) Pensaban que habría tenido tanta autoridad que hubiera sacado los peces del mar con sólo llamarlos por sus nombres, y habría puesto tanto empeño en el trabajo que hubiera hecho brotar manantiales de entre las piedras más áridas y hubiera podido sembrar flores en los acantilados. (...) Había tanta verdad en su modo de estar, que hasta los hombres más suspicaces, los que sentían amargas las minuciosas noches del mar temiendo que sus mujeres se cansaran de soñar con ellos para soñar con los ahogados, hasta ésos, y otros más duros, se estremecieron en los tuétanos con la sinceridad de Esteban."
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...