viernes, 30 de mayo de 2014

Escritores y Dios: Belén Gopegui


En la serie de entradas que estoy incluyendo en la etiqueta 'literatura y cristianismo', comenté hace poco el 'catolicismo' de Juan Manuel de Prada, que me parecía algo más oficial o apologético que algo profundo o asimilado con la profundidad de otros escritores. Hoy voy comentar tres citas de Lo real, de Belén Gopegui, que hasta ahora me está pareciendo, con mucho, la mejor de sus novelas reseñadas en este blog. Lástima que algunas de sus frases sobre el cristianismo no acaben de convencerme y me parezcan, por ejemplo, resultado de la "desinformación general de los medios" (de ahí la ilustración de la entrada).

     En la primera habla Irene Arce, la narradora (p. 12): "Tampoco el sarampión me interesa a no ser para encontrar una vacuna y modos de aliviarlo, pero nunca para incurrir en el discurso cristiano que convierte el sufrimiento en experiencia privilegiada". No es del todo exacto. El sufrimiento es algo universal, o sea, nada de privilegios. Lo único que el cristianismo le da es valor redentor, significado, y en ese sentido sí es privilegio, pero eso depende del sujeto. El cristiano no es  masoquista. A mi favor está también "Alegría" el poema de José Hierro, que añade a ese valor redentor otro revelador o iluminativo. Desde este punto de vista, también para Hierro el dolor es una experiencia privilegiada. De nuevo, depende del sujeto, no del objeto.

Sigue hablando Irene Arce (p. 17): "No dejaré que crezcan los quizás, los acasos, ni diré que hay momentos ocultos, instantes guardados en la manga como el que se reserva el católico para el arrepentimiento final". Otro tópico extendido. Normalmente uno muere como ha vivido. Si no ha practicado el arrepentimiento durante su vida, no va a ser muy fácil que lo haga en el lecho de muerte, a no ser con un poco de ayuda. Por otro lado, me imagino que Gopegui está hablando de los 'católicos tramposos', no de gente como la madre Teresa o el papa Francisco, que más de una vez han mostrado que arrepentirse o confesarse no es sólo para moribundos (aquí).  

Y la última, conversan Edmundo y su madre (p. 99):
"-Yo dejé de ir a misa más o menos al mismo tiempo que tú.
-¿Cuando lo de papá?
- Sí. Al principio no quería encontrarme con nadie en la misa de doce  y empecé a ir a primera hora de la mañana. Tu padre se enfadaba conmigo por seguir manteniendo relaciones con el último culpable de sus males"
     Ya estamos: Dios es el último culpable de los males humanos, como si la libertad del hombre no tuviera nada que ver con esos males, o con esos bienes, que de todo hay en esta vida, como de todo -bienes y males- hay en la novela de Gopegui. O sea que, siguiendo su lógica, también Dios sería el último culpable de los bienes de la madre de Edmundo y del resto de los personajes de Lo real. Una pena que hasta donde llevo leído, ni el narrador ni ningún otro personaje se haya parado a explicarle estas cosas a la madre de Edmundo o a la narradora. Belen Gopegui Lo real
Belen Gopegui Lo real Belen Gopegui Lo real Belen Gopegui Lo real Belen Gopegui Lo real Belen Gopegui Lo real Belen Gopegui Lo real  Belen Gopegui Lo real



martes, 20 de mayo de 2014

Ignacio Martínez de Pisón: 'El viaje americano'


Empecé a leer con ciertos recelos la reedición de esta novela de 1998, dada la buena impresión que me había causado El día de mañana, que reseñé aquí hace unos meses y que acabé incluyendo en mi lista de recomendados. Y es que me parece que las reediciones de escritores consagrados no siempre son bienintencionadas. Aunque El viaje americano es una novela menos ambiciosa y más ligera, no deja de ser también una narración llena de aciertos y que voy a incluir también entre las recomendaciones de este blog.

     No sé hasta qué punto El día de mañana está en deuda con El viaje americano, ya que ambas relatan la carrera ascendente del principal protagonista, en este caso un español en el Hollywood de los años treinta. Ésta, sin embargo, es una narración más sencilla, lineal, desde un narrador en tercera persona y con el estilo transparente y sobrio que suele caracterizar al autor, aunque ese estilo me sigue pareciendo un poco falto de individualidad.

     A su favor me parece que tiene una abundancia de escenas tan originales como bien contadas, que combinan los tópicos de la vida y del mundo de Hollywood con otros momentos bastante más humanos y verosímiles. Al final, y creo que es lo que quiere conseguir el autor, resulta una novela donde la vida y el arte-cine, o la vida y la literatura, se dan la mano para producir una historia que es a la vez un homenaje al cine, una recuperación de un olvidado momento de la participación española en Hollywood y una obra literaria donde lo metacultural no llega a ahogar la vida emocional de los personajes ni del lector. Aunque la escena final entre José y Margarita puede recordar al metateatro de Shakespeare en Hamlet  o de Tamayo y Baus en Un drama nuevo, y hace relativamente previsible el final de la historia, en ningún momento creo que pueda verse como una especie de plagio o servil imitación; me parece más bien la consecuencia lógica no sólo del argumento de la historia sino de todo el planteamiento temático o ideológico de la misma (no puedo ser más explícito porque acabaría revelando demasiadas cosas).

       En resumen, una novela digna, fácil de leer y que a pesar de que en algunos lugares aparezca catalogada como novela infantil-juvenil llegará a todo tipo de lectores con un mínimo de competencia lectora y cinematográfica. De todas formas, no creo que sea una novela para un público infantil; hay demasiadas cosas que quedarían grandes a este tipo de lectores. Finalmente, y a pesar de algunos tópicos, como el triángulo amoroso entre José, Margarita y Eugenio, el autor no carga las tintas ni en otro tipo de tópicos, ni en escenas escabrosas o morbosas que podrían alejar o incomodar a los lectores o alumnos más sensibles. Un acierto que, como El día de mañana, hace suponer que La buena reputación, la nueva novela del autor, lo sea también. (Ignacio Martínez de Pisón: El viaje americano. Madrid: Alfaguara, 2013, 140 pp).




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lunes, 12 de mayo de 2014

Mercedes Salisachs: El declive y la cuesta.

Como quizá sepáis hace unos días murió Mercedes Salisachs, a los 97 años. Como pequeño homenaje recupero la entrada que dediqué a El declive y la cuesta, que acabé incluyendo en mi lista de recomendados. En la reseña explicó por qué, y cómo llegué hasta él, después de haber descartado El cuadro y La gangrena

He llegado a este libro después de haber empezado y no haber podido terminar El cuadro, la última novela, muy breve, de Salisachs. Lo que leí de El cuadro me pareció demasiado desigual, con un lenguaje que combinaba con excesiva frecuencia hallazgos originales con prosaísmos y alguna que otra cursilería; por su parte el argumento mostraba una intención moralizadora demasiado obvia y un desenlace más o menos predecible, eliminando así el sentimiento de intriga y de sana incertidumbre que debe rodear la narración de una historia. En descargo de su autora hay que decir que en El cuadro trata un tema de interesante actualidad, y que lo ha escrito a sus 94 años, lo que puede explicar esas limitaciones, pero también la convierte en la escritora en activo más longeva de España y quizá del mundo.

     Cuando fui a devolver El cuadro a la biblioteca eché una ojeada al resto de novelas de Salisachs y esta fue la que más me atrajo (más que La gangrena, quizá por mi mala experiencia con los Planeta) por estar catalogado como novela histórica por su editorial. Por ello, y saltándome el marco temporal que he elegido para el blog, decidí reseñarlo. La primera edición es de 1966, con Planeta, y la segunda de 2004, con Ediciones B. El comienzo de la novela me pareció muy semejante en tono y estilo a El cuadro, pero a medida que iba avanzando su lectura ese estilo parecía como encontrándose a sí mismo, ir tomando cuerpo y unidad para bien; de forma paralela, el argumento iba consolidando la intriga, desenvolviéndose a un ritmo estable y bien mantenido y adquiriendo una tensión climática constante, sin bajones o descansos. Es lo que hizo que no sólo lo acabara sino que realmente me mantuviera interesado hasta su conclusión.
     El declive y la cuesta no me parece una novela histórica típica, pues los elementos historicistas y exóticos están reducidos al mínimo imprescindible, en favor del drama íntimo de los personajes. El argumento se desarrolla en tiempos de Jesucristo y es básicamente la leyenda novelada de la historia de Dimas, el buen ladrón, contada desde la perspectiva de Eva, su madre. La novela tiene unos capítulos iniciales que sirven más  menos de introducción y llega pronto a una especie de clímax que nunca va a desaparecer. Esto es lo que creo que hace especialmente única y lograda a esta novela.  A ello contribuye un lenguaje con tendencia lírica e impresionista, que no es nada rebuscado o difícil, lleno de frases cortas y transparentes, aunque también cuente con algunas repeticiones un poco cansinas. De la misma manera, esa intensidad la consigue la autora desnudando al argumento de todo tipo de descripciones y diálogos que puedan distraer de la acción principal. En este sentido me ha recordado a las sobrias nivolas de Unamuno.  Y también colabora con ese clima la acertada elección que la autora hace de la perspectiva narrativa, que es la de la madre de Dimas, un personaje con el que Salisachs –madre de cinco hijos, uno de ellos muerto en un accidente a  los 20 años– puede identificarse muy fácilmente. Y otra de las razones me parece ser la de haber elegido el evangelio de Juan como principal intertexto, pues es el evangelio que narra con más detalle y patetismo la pasión de Jesús. En cierta manera, leer La cuesta… es como releer la pasión de Juan pero a cámara lenta, desde una perspectiva femenina y con una serie de detalles y aciertos literarios que incluso aumentan el patetismo del texto original.
     Con lo que he dicho creo que ya ha quedado perfilado el lector ideal para el libro. El declive y la cuesta gustará especialmente a los aficionados a la novela histórica, ya que algunos datos y detalles sobre las costumbres judías resultan realmente iluminadoras, y  también porque los personajes secundarios o ficticios y sus acciones se mezclan muy bien con las de los personajes históricos o legendarios y permiten ver la historia tradicional desde otro y original punto de vista. Me imagino también que es una novela que gustará a las madres de hijos e hijas  más o menos “díscolos” (y creo todas las madres se "autoincluirán" en este grupo), pues la mayor parte del argumento descansa sobre las angustias y preocupaciones de Eva ante el descarrío de Dimas, su posterior incomprensión ante la decisión de éste, y el final feliz y al mismo tiempo doloroso en que Eva resulta consolada por otra figura femenina similar.  También me parece que ese lector o lectora tiene que estar interesado o al menos familiarizado con el mundo bíblico o la literatura del Nuevo Testamento o al menos haber visto la famosa película de Mel Gibson. Esto favorecerá bastante más el disfrute de todos los juegos intertextuales que Salisachs lleva a cabo, aunque también me parece que de por sí el drama es lo suficientemente interesante y está lo suficientemente bien narrado como para llegar a todo tipo de lectores. Por último, el final puede parecer, como algunos otros momentos de la novela, demasiado melodramático  o un poco previsible en su generalidad, pero no creo que lo sea en sus detalles y matices, que normalmente es lo que hace meritorias a muchas de las mejores novelas históricas.
     En resumen una novela con méritos formales y temáticos  propios, que puede resultar un poco durilla para los lectores menos dados a estos géneros o temáticas pero también especialmente lograda y atractiva si se lee bajo algunos parámetros concretos. (Mercedes Salischas: El declive y la cuesta. Barcelona: Ediciones B, 2004, 296 pp.).



viernes, 2 de mayo de 2014

Madres vs libros

Hoy tocaba reseña, pero alguien me mandó este vídeo que acaba de echar por tierra todos mis planes. ¿Será por esto por lo que las madres son mejor que los libros? (Voy a dejar esta entrada aquí hasta el 10 u 11 de mayo. En Estados Unidos y en México saben por qué)(El vídeo va en inglés, con subtítulos en castellano).


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