miércoles, 10 de septiembre de 2014

Se casaron y fueron felices: Rosa Montero, Javier Marías y la señorita Prim

Acabo de empezar a leer La hija del caníbal, de Rosa Montero, que me imagino será la próxima reseña. Pero antes os dejo este pequeño comentario sobre cómo trata Montero el tema del matrimonio. 

Como dice Julio Ramón Ribeyro, es muy difícil narrar la felicidad, pues la ficción literaria está hecha sobre todo de rupturas,  fracasos y redenciones. Por eso quizá los cuentos de hadas o novelas como Pepita Jiménez nos pintan el difícil camino desde el enamoramiento hasta la boda, o novelas como La Regenta nos cuentan las historia de adulterios e infidelidades. Y como esto parece una exigencia natural de toda ficción literaria no me convencen las ideas ni el la visión que del matrimonio exponen Rosa Montero en La hija del Caníbal, ni tampoco Javier Marías en Corazón tan blanco.

        Para Marías, con el matrimonio los dos siguen siendo dos aunque quieran ser uno, o mejor, el uno pierde su identidad y pasa a formar parte de un binomio en el que no puede vivir plenamente. Para Montero, el matrimonio no es más que algo de conveniencia, al que se llega casi por inercia o aburrimiento y después de una inevitable y hasta meritoria trayectoria de cornamentas e infidelidades; también además el matrimonio parece que sólo se sostiene por el sexo, los hijos parecen un simple adorno y su final no puede ser otro que el desengaño y el fracaso. Si esto, como en La Regenta, confirma lo que decía Ribeyro, paradójicamente se nos está asegurando que un matrimonio feliz es también un punto de llegada, un momento edénico antes de la caída con la que empieza o de la que se nutre cada una de esas novelas. Todo lo que siga son rupturas redentoras en busca de esa felicidad que se buscaba o se asociaba a la boda y a la vida familiar.

    Pero afortunadamente aquí la vida real no siempre coincide con la literatura. Por eso prefiero el final de "El pájaro verde", un cuento de hadas de don Juan Valera, o algunas reflexiones de los habitantes de San Ireneo de Arnois, el espacio mítico de El despertar de la Señorita Prim. Cito los dos pasajes en cuestión: 

El pájaro verde: "Se cuenta, por último, que la princesa Venturosa y el ya emperador de China vivieron largos y felices años y tuvieron media docena de chiquillos, a cual más hermoso"

El despertar de la señorita Prim. (El hombre del sillón contesta a la señorita Prim, que acaba de afirmar que el matrimonio es una institución inútil y en retroceso): "yo tengo la impresión opuesta. Me da la sensación de que hoy en día todo el mundo quiere casarse. No sé si se habrá dado cuenta de que hay grandes reivindicaciones en todas partes por ese asunto, por no hablar de todas esas persona que proclaman su confianza en el matrimonio al acumular a lo larto de sus vidas tantas bodas como les es posible (...) Yo soy un gran defensor del matrimonio, por eso me opongo rotundamente a incluir a las autoridades civiles en su celebración. Soy de la escuela de Hortensia, me resulta sorprendente ver a un funcionario en una boda."


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