José María Merino: "Tenemos una idea de la felicidad contaminada por la religión, como si la felicidad pudiese existir liberada de la pena, del dolor, de las insatisfacciones diarias (Revista Leer, núm 238,2012-2013, p. 77).
No sé cómo verán las cosas en otros sistemas religiosos, pero en cuanto al cristianismo, y como como contraste a la frase de Merino, recojo este pensamiento de la Madre Teresa, más profundo de lo que parece a primera vista y que indirectamente aclara al autor de El caldero de oro que él tampoco gets religion right. Pongo en cursivas la frase que me parece clave:
Madre Teresa: “Espero que tengas: Suficiente felicidad para hacerte dulce. Suficientes pruebas para hacerte fuerte. Suficiente dolor para mantenerte humano. Suficiente esperanza para ser feliz.”
También lo vemos en El Caldero de oro. Una de las voces narrativas, evocando una ceremonia religiosa en la que varios soldados españoles son sacrificados a manos de los aborígenes dice: "Los indios arrojaron el cadáver por las gradas. Otros sacerdotes lo descuartizaron, separando con destreza brazos y piernas, y lo repartieron entre la multitud, que lo recogía como el convite común de una romería. Dios, pensaste, Jesucristo, Virgen Santa, no podéis permitirlo (...) Aquí, Dios, Jesucristo, la Virgen del Camino, los Santos Ángeles Custodios, la mismísima Vera Cruz, no tenían influencia alguna"
Comentar esto daría para meternos en demasiadas hoduras acerca de por qué Dios permite la libertad de los hombres, con todas sus consecuencias, positivas y negativas, o también para aclarar la diferencia entre la magia, donde el hombre domina a los dioses, y la religión, en la que los dioses están por encima de los hombres en sabiduría y conocimiento. Pero, como antes, prefiero citar a la Madre Teresa: "El sufrimiento de unos puede ser provocado por la ambición [léase también 'ignorancia'] de otros."